Textos tomados de "La Brevedad" de Augusto Monterroso.
LA MOSCA QUE SOÑABA QUE ERA UN ÁGUILA.
Había una vez una Mosca que todas las noches soñaba que era un Águila y que se encontraba volando por los Alpes y por los Andes.
En los primeros momentos esto la volvía loca de felicidad; pero pasado un tiempo le causaba una sensación de angustia, pues hallaba las alas demasiado grandes, el cuerpo demasiado pesado, el pico demasiado duro y las garras demasiado fuertes; bueno, que todo ese gran aparato le impedia posarse a gusto sobre los ricos pasteles o sobre las inmundicias humanas, así como sufrir a conciencia dándose de topes contra los vidrios de su cuarto.
En realidad no quería andar en las grandes alturas, o en los espacios libres, ni mucho menos.
Pero cuando volvía en sí lamentaba con toda el alma no ser un Águila para remontar montañas, y se sentía tristísima de ser una Mosca, y por eso volaba tanto, y estaba tan inquieta y daba tantas vueltas, hasta que lamentablemnete, por la noche, volvía a poner las sienes en la almohada.
LA FE Y LAS MONTAÑAS.
Al principio la Fe movía montañas sólo cuando era absolutamente necesario, con lo que el paisaje permanecía igual a sí mismo durante milenios.
Pero cuando la Fe comenzó a propagarse y a la gente le pareció divertida la idea de mover montañas, éstas no hacían sino cambiar de sitio, y cada vez era más dificíl encontrarlas en el lugar en que uno las había dejado la noche anterior, cosa que por supuesto creaba más dificultades que las que resolvía.
La buena gente prefirió entonces abandonar la Fe y ahora las montañas se mantienen en su sitio.
Cuando en la carretera se produce un derrumbe bajo el cual se mueren varios pasajeros, es que alguien, muy lejano o inmediato, tuvo un ligerísimo atisbo de Fe.
EL RAYO QUE CAYÓ DOS VECES EN EL MISMO SITIO.
Hubo una vez un rayo que cayó dos veces en el mismo sitio; pero encontró que ya la primera había hecho suficiente daño, que ya no era necesario, y se deprimió mucho.
EL DINOSAURIO.
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.