VIDAS ANÓNIMAS
Vidas anónimas (I)
Habían pasado muchos años desde que la flor de la vida se marchitó para ella. Él tenía ya 87 años. No se conocían, nunca se habían visto. Coincidieron por casualidad en aquella playa, los dos solos. No acertaría a decir quien dio el primer paso, pero cuando se acercaron, descubrieron que se amaban desde antes de nacer. Se juraron que nunca más estarían solos. El murió a los pocos meses, el diganóstico fue la vejez. La causa, tal vez, la soledad pasada. Ella apenas vivió un año más. El dignóstico fue ahogamiento. La causa, la soledad presente.
Vidas anónimas (II)
Nos cruzamos por casualidad, en la Gran Vía. Era ya tarde para pasear y temprano para ir borrachos. Fingimos conocernos.
- !Hola!
- !Hola!
Tras cinco minutos de conversación ficcticia, decidimos despedirnos.
-Bueno, me alegro de verte, pero tengo que irme- dije yo.
-Yo también me alegro de verte.- respondiste.
-Parece mentira que llevase toda mi vida sin verte.
En efecto, por cinco minutos nos conocimos y fuimos viejos amigos. Por cinco minutos mostramos lo fácil que es añorar a alguien, aunque en realidad sea mentira.